El escáner corporal
31 de agosto de 2024 2024-08-31 11:09El escáner corporal
La meditación del escáner corporal es una de las propuestas clásicas del programa de Mindfulness-MBSR. Suele plantearse al principio porque nos ayuda a situarnos sólidamente en los fundamentos del mindfulness y en los propósitos que persigue. El ejercicio nos ayuda a entender su instrucción fundamental: la autorregulación de la atención, la capacidad de llevarla a cualquier objeto de la conciencia (las sensaciones que nos llegan del cuerpo o de una parte muy concreta del cuerpo en el caso del escáner corporal), para sostenerla en algún lugar o apartarla para llevarla a otro si se desea. Se trata de convertirnos en testigos de nuestra experiencia, con toda su gama de matices.
El escáner corporal (o body scan) también nos ayuda en otros muchos sentidos: por ejemplo, a darnos cuenta de cómo nuestra atención se distrae fácilmente (procurando en ese caso volver amablemente al lugar donde estábamos); a notar nuestros patrones de apego y aversión, de cómo nos gustan más unas cosas que otras, de cómo procuramos que se mantengan las primeras y desaparezcan las segundas, o de cómo procuramos pasar de puntillas ante lo que nos desagrada. Esta meditación nos vuelve a conectar con el cuerpo, propiciando un reencuentro que es necesario para una nueva formar de abordar un autocuidado más sereno y transformador. Una y otra vez, nos resitúa una y otra vez en el momento presente, fortaleciendo la atención y la concentración.
Para llevarla a cabo, dispondremos de una esterilla en el suelo, de forma que podamos mantenernos con comodidad en torno a 45 minutos (por supuesto que pueden ser menos). Haciendo unas respiraciones profundas que nos sirvan para relajar y soltar un poco las tensiones, pasamos a hacer un recorrido por el cuerpo interesándonos por las sensaciones que nos llegan. Hemos de tener en cuenta que no estamos persiguiendo ningún fin concreto, ni siquiera la relajación, sino que nuestra única intención es mantenernos conscientes del despliegue de la experiencia corporal, dejando que se exprese plenamente, siguiéndola con curiosidad y aceptándola tal como se presente.
Empezamos llevando la atención al dedo pulgar del pie izquierdo. ¿Qué podemos notar? Tal vez el contacto con el otro dedo, sensaciones de hormigueo, calor, movimiento interno, entumecimiento, falta de sensaciones, molestias, dolor… Dirigimos la atención hacia el resto de los dedos, paso a paso, sin prisa, deteniéndonos en cada uno de ellos hasta llegar al meñique.
Luego podemos desplazarnos por la parte inferior del pie, por la planta y el arco del pie, hasta llegar al talón. ¿Notamos la presión con el suelo?. Podemos dirigirnos a continuación a la parte superior y más tarde a todo el pie en su conjunto, dejando que vayan surgiendo las sensaciones, sin forzar nada. A medida que la atención vaya anclándose la experiencia sensorial irá trayéndonos mil matices diferentes. La idea es acercarnos a ellos con mente nueva, de principiante, para saborearlos sin pretender cambiar nada.
Dirigimos luego la atención al tobillo, la pantorrilla, la espinilla, la rodilla, la parte trasera del muslo, la parte delantera (¿puedes notar las diferencias?), los glúteos (zona izquierda) y toda la parte superior de la pierna izquierda (¿puedes advertir, por ejemplo, cómo encaja en las caderas?).
A continuación, haz lo mismo con la pierna derecha, volviendo a situar la atención en el pulgar del pie derecho, para desde ahí desplazar la atención por toda la pierna. Cuando lo hayas hecho amplía el foco a las dos piernas, advirtiendo las posibles diferencias.
Cuando lo hayas hecho, haz lo mismo con los brazos. Empieza por el pulgar de la mano izquierda, por todo el brazo, y luego por el brazo derecho desde los dedos.
Tras ello lleva el foco atencional al resto del cuerpo, recorriendo la pelvis y toda la espalda, situándote luego en la parte frontal para apreciar el abdomen (¿notas cómo se mueve mecido por la respiración?), el pecho y llegar a los hombros.
Puede que en este recorrido hayas percibido en algún momento molestias o incluso dolor. La propuesta sería acercarte de una forma distinta al dolor, abriéndote a todo lo que el cuerpo quiera mostrarte, rompiendo así la tendencia a evitar lo que nos desagrada. Cuando nos acercamos al dolor con una conciencia amplia, dispuesta a acogerlo como una madre que abraza a su hijo, puede producirse toda una transformación personal. No estamos intentando que sea distinto ni que desaparezca, sino aceptando que las cosas son así en este momento.
Finalmente, lleva la atención a la cabeza, notando el cuello, las mandíbulas, las encías, los dientes, la boca, la lengua, los labios, las mejillas, la nariz, los ojos, el entrecejo, la frente, el cuero cabelludo y la nuca.
Toma conciencia ahora de todo el cuerpo en su integridad, de cómo late el corazón, de cómo surge la respiración, de la energía que lo anima internamente. Déjate sorprender por el misterio insondable de la vida, desplegándose ante tus ojos.
Después de unos minutos, y para terminar, vuelve a tomar conciencia de la espalda, en contacto con la esterilla, de las piernas y los pies, de los brazos y las manos, y haciendo ligeros movimientos ve recuperando la conciencia del espacio abriendo lentamente los ojos.
Para incorporarte, te sugerimos que te inclines hacia un lado en primer lugar, y luego te vayas levantando muy lentamente.
